El sueño de los nueve años marcó la vida del pequeño Juanito Bosco, el futuro de su vocación y el devenir de los Salesianos y de las misiones salesianas: “Soñé que estaba en una región salvaje, totalmente desconocida. Era una llanura completamente sin cultivar en la cual no se veían montañas ni colinas. Solamente en sus lejanísimos límites se veían escabrosas montañas. Vi en ellas muchos grupos de hombres que la recorrían. Estaban casi desnudos. Eran de altura y estatura extraordinaria, de aspecto feroz. Vi aparecer un grupo de misioneros. Se acercaban a los salvajes con rostro alegre y precedidos de un grupo de muchachos. Eran nuestros salesianos”.
Este fragmento del sueño de Don Bosco contiene, como casi todos, un denominador común: los jóvenes y su desarrollo personal y espiritual. Don Bosco soñó siempre con ser misionero. Ya en tiempos de don Cafasso quería ir a las misiones. También tuvo ese ideal cuando fundó la Sociedad de San Francisco de Sales.
Con motivo del Concilio Vaticano I, varios obispos le pidieron a Don Bosco que enviara salesianos a China, Estados Unidos y Egipto. Don Bosco lo estudió durante tres años para intentar descubrir cuál era aquel lejano país del sueño de los nueve años.
La primera expedición constaba de tres puntos: se dedicaría a la juventud pobre y abandonada, se haría cargo de un nuevo colegio y sería enviada también a otros lugares de la Patagonia.
El 11 de noviembre Don Bosco despidió a los misioneros en el Santuario de María Auxiliadora y les dirigió un largo sermón. Cada misionero se llevó un papel con un recuerdo de Don Bosco en el que destacaban tres principios: busquen almas, no dinero, ni honores, ni dignidades; cuiden de los enfermos, los niños, los viejos y los pobres y se ganarán la bendición de Dios y la benevolencia de los hombres; y ámense entre ustedes, corríjanse mutuamente, no se tengan envidias ni rencores, que el bien de uno sea también el bien de todos.
El último sueño misionero de Don Bosco lo tuvo en Barcelona el 10 de abril de 1886. Vio una inmensa cantidad de jóvenes que corrían hacia él y le decían: “Te hemos esperado tanto y ahora ya no te escaparás”. Uno le dijo: “¿Qué ves?” y Don Bosco respondió: “Veo montañas, mar, colinas y más montañas y mar. Leo un cartel: Valparaíso, otro que dice Santiago y unos niños leían Pekín”. Y una doncella dijo: “Tira una línea de Santiago a Pekín pasando por el centro de África y tendrás una idea de lo que deberán realizar tus salesianos. Pero, para realizar esto, los salesianos deberán cultivar el amor a María”.
Un viaje cargado de «sueños»
El 14 noviembre, tres días después de la celebración del envío en la iglesia de Valdocco, partía desde el puerto de Génova hacia Buenos Aires la primera expedición salesiana enviada y bendecida por Don Bosco.
Esta primera expedición misionera contaba sólo con 10 salesianos: seis sacerdotes y cuatro hermanos coadjutores. El jefe del grupo era don Juan Cagliero, de 37 años. Lo acompañaban, entre otros, el sacerdote José Fagnano, de 31 años, y el sacerdote Domingo Tomatis, de 26 años. Destacaba uno de los cuatro coadjutores, Vicente Gioia en el papel de cocinero.
Después de esta primera expedición misionera a América, Don Bosco envió más antes de su muerte: en noviembre de 1876, 1877 y las expediciones de los años 1878, 1881, 1883, 1885, 1886 y 1887. A finales de septiembre esta tradición de Don Bosco de enviar misioneros para los cinco continentes se ha mantenido viva hasta este año, que debido a la pandemia ha quedado aplazada para 2021.
Las historias de don Bosco me enamoraron y gracias por la información… salesiano para toda la vida pues yo me quedé con don Bosco