San Francisco de Sales, patrono de escritores y periodistas

19 mayo 2022

Eugenio Alburquerque

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San Francisco de Sales tiene el carisma y el arte de la comunicación. Y en él, la comunicación es expresión tanto de su amor e interés por la cultura, su profunda formación humanista, sus esfuerzos por promover y favorecer siempre el diálogo, como de su ardiente caridad pastoral.

El papa Pío XI, en la encíclica Rerum ómnium (1926), declaró a san Francisco de Sales, patrono de los escritores y periodistas católicos. Tras recordar sus obras fundamentales, su doctrina y su pensamiento, concluye el documento con estas palabras: “Por nuestra autoridad apostólica, mediante esta carta encíclica y por todas las razones aludidas, concedemos y declaramos Patrono celestial de los escritores católicos a san Francisco de Sales, obispo de Ginebra y Doctor de la Iglesia, sin que obste nada en contra”. Esta declaración reconoce y proclama la gran aportación de san Francisco de Sales a la cultura y a la espiritualidad cristiana, así como su capacidad para la comunicación y la divulgación.

El origen del patronazgo de los escritores y periodistas católicos, se encuentra en las sencillas hojas que escribió explicando los fundamentos de la doctrina católica durante su misión en la región del Chablais. En ellas ofrecía una especie de periódico mural sobre distintos aspectos de la fe y de la Iglesia católica. Pero el Papa tiene en cuenta que su labor de escritor es mucho más amplia, resaltando especialmente sus dos grandes obras: Introducción a la vida devota y Tratado del amor de Dios.

Dos obras imprescindibles

La Introducción a la vida devota está directamente conectada con la dirección espiritual. Su hilo conductor es la correspondencia epistolar mantenida con la señora de Charmoisy, a la que acompañó espiritualmente desde la vida mundana de la corte a la vida de perfección. Pero, aunque nace de unas circunstancias muy concretas, responde a unas expectativas muy grandes de la vida cristiana y propone un mensaje audaz y sorprendente en su tiempo: la perfección cristiana es asequible a todos; no es otra cosa que el verdadero amor de Dios. Tuvo un éxito fulgurante y su difusión fue muy rápida. Durante muchos años se convirtió en el vademécum de los cristianos que, sin dejar el mundo, aspiraban a vivir coherentemente la fe cristiana.

También el Tratado del amor de Dios se sitúa en esta perspectiva. Refleja la propia experiencia espiritual y, al mismo tiempo, recoge la experiencia íntima de muchas almas escogidas. Su finalidad es “ayudar al alma ya devota al progreso de su intento”, es decir, conducir al verdadero y al puro amor divino, a amar a Dios por sí mismo y a hacer que el corazón se entregue a Él totalmente.

El santo logra además transmitir el pensamiento de estas dos grandes obras en sus cartas espirituales. Se cifran en unas veinte mil las cartas que escribió. A través de ellas, Francisco de Sales acompaña a muchas almas con las que entabla relación en sus predicaciones, viajes, visitas pastorales; y transmite, de manera personalizada, su experiencia y convicciones espirituales.

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