También el mundo salesiano participó en el encuentro, con las delegaciones del Centro Nacional de Obras Salesianas – Formación y Actualización Profesional (CNOS-FAP) y del Centro Italiano de Obras Femeninas Salesianas – Formación Profesional (CIOFS-FP), que llevaron al Vaticano cientos y cientos de personas, entre alumnos, docentes, formadores, acompañantes y personal directivo de los diferentes centros. «Con su compromiso diario, ustedes son expresión de la rica y variada espiritualidad de diferentes Institutos Religiosos, que tienen en su carisma el servicio a los jóvenes a través de la formación profesional», comenzó el Pontífice.
El Santo Padre elogió los avanzados programas de formación, así como la alta calidad de metodologías, experiencias en los talleres y posibilidades didácticas con las que se cuentan. Pero destacó sobre todo la dimensión más profunda de la educación ofrecida: «Lo más importante es que su propuesta formativa es integral, porque además de la calidad de las herramientas y la didáctica, ustedes brindan un cuidado y una atención especiales sobre todo a los jóvenes que se encuentran al margen de la vida social y eclesial».
Por esto, inmediatamente después el Papa expresó palabras de agradecimiento: «Gracias por lo que hacen; gracias a los formadores que se dedican con pasión a los jóvenes». Seguidamente, el Santo Padre ofreció tres reflexiones sobre tres palabras que caracterizan el compromiso de la Formación Profesional.
Sobre los jóvenes, «llenos de talento y potencialidad», pero también «particularmente vulnerables», el Papa señaló los numerosos desafíos que enfrentan: quienes tienen que emigrar, quienes tienen que conformarse con contratos precarios y mal remunerados, quienes viven en la insatisfacción profesional… «Frente a estas y otras situaciones similares, todos debemos ser conscientes de una cosa: ¡el abandono educativo y formativo es una tragedia! Escuchen bien, ¡es una tragedia!».
Por ello, el Papa expresó su deseo de «un recambio generacional donde las competencias de quienes están saliendo estén al servicio de quienes llegan al mercado laboral», con adultos capaces de compartir «los sueños y deseos de los jóvenes» e introducirlos, apoyarlos y animarlos «sin juzgarlos».
Una aclaración en la que el Papa se detuvo, recordando a quienes «trabajan en este campo» su condición de cristianos y la necesidad de abrazar al prójimo en su totalidad y con sus heridas: «Cuiden de aquellos que no han tenido oportunidades o que provienen de situaciones sociales desfavorecidas. No todos han recibido el apoyo indispensable de la familia y la comunidad cristiana, y nosotros estamos llamados a hacernos cargo de ello».
El Papa reflexionó, también, sobre el tema de la formación: en un mundo de transformaciones continuas y complejas, con los riesgos opuestos de la «tecnoeuforia» y la «tecnofobia». Francisco indicó la importancia de invertir recursos y energías en una formación «continua, creativa y siempre actualizada», acompañada del compromiso de dar reconocimiento y dignidad a esos trabajos manuales a menudo poco valorados. Y con el objetivo de ofrecer una buena formación profesional, «antídoto contra el abandono escolar», el Pontífice también ofreció dos puntos de referencia: las familias y las empresas.
Finalmente, el Santo Padre abordó el tema de la profesión. A pocos días del Día Internacional del Trabajo y de la Fiesta de San José Obrero, observó cómo «la profesión nos define» y que «el trabajo es un aspecto fundamental de nuestra vida y nuestra vocación». Renegando de la concepción que degrada el trabajo a mera fuente de ingresos, el Papa citó su Christus Vivit (273) para recordar: «Cuando uno descubre que Dios lo llama a algo, que está hecho para esto, puede ser enfermería, carpintería, comunicación, ingeniería, enseñanza, arte u cualquier otro trabajo, entonces será capaz de hacer florecer sus mejores capacidades de sacrificio, generosidad y dedicación. Saber que no se hacen las cosas solo por hacerlas, sino con un significado, […] hace que estas actividades ofrezcan a nuestro corazón una experiencia especial de plenitud».
De ahí, destacó el Papa, la importancia de «desarrollar trayectorias de formación al servicio del crecimiento integral de la persona».
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