Por Joan Sanz
Desmontando para montar, desaprender para aprender. La combinación de estos dos conceptos pueden ayudar a entender qué son las “superaulas” de los colegios.
Desmontar espacios para construirlos de nuevo, con el objetivo de tener un aula de grandes dimensiones donde quepan hasta 46 alumnos. ¡Novedad!
Desaprender a funcionar como un solo docente con un grupo clase para aprender a hacer codocencia con grupos interclase. ¡Novedad y reto!
Por tanto, no es una cuestión sólo de espacios, sino también de cambio organizativo y metodológico. “Las innovaciones educativas ya hace tiempo que las aplicamos, pero la ventaja de estas estructuras es el empujón irreversible a la consolidación de una forma de trabajar más globalizadora, competencial e interdisciplinaria, donde los docentes ayudan y acompañan al alumnado en la gestión de su proceso de aprendizaje, con las nuevas tecnologías como soporte”, explican en el centro salesiano de Badalona como ejemplo de esta metodología.
“El alumnado, distribuido en grupos de trabajo homogéneos e inclusivos, dispone de unos espacios y tiempos más adecuados para realizar tareas que en el aula ordinaria y con una hora de clase no se pueden llevar a cabo. El alumnado gana en autonomía y el profesorado puede asesorar y atender mejor el proceso de aprendizaje de cada uno”, añaden.
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