Jóvenes y fe

9 mayo 2018

KOLDO GUTIÉRREZ

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Como ya sabéis los lectores del Boletín Salesiano, el santo Padre ha convocado para el mes de octubre de 2018 un Sínodo para hablar sobre “los jóvenes, la fe y el discernimiento vocacional”. Este título deja ver que uno de los principales argumentos del próximo Sínodo será la fe.

La fe es un tesoro antiguo y siempre nuevo

En primer lugar me quiero fijar en algunas expresiones del mensaje final que los obispos al finalizar el Concilio Vaticano II dirigieron a los jóvenes. En su mensaje, empezaban afirmando: “La Iglesia os mira con confianza y amor”. Una Iglesia que mira a los jóvenes con confianza y amor es atractiva, bella, viva. Se atrevían a decir a los jóvenes que “la Iglesia es la verdadera juventud del mundo”. Esta expresión es una hermosa imagen para hablar de la Iglesia. Quizás muchos digan que lo que ven es una Iglesia envejecida. ¿Cómo explican, los obispos, esta imagen que proponen? La explicaban afirmando que Jesús, su fundador, es el gran viviente y eternamente joven. Está claro que el próximo Sínodo si sigue este espíritu puede ser una ayuda para rejuvenecer el rostro de la Iglesia. Por último, los obispos afirmaban que les movía el deseo de hacer llegar a los jóvenes su tesoro antiguo y siempre nuevo: la fe. La fe es un tesoro.

La fe en el corazón del Sínodo

Después de esta introducción, me acerco al documento que está sirviendo para la preparación del próximo Sínodo. Este texto está a la base de estas páginas que escribo para los lectores del Boletín Salesiano.

El documento al que hago referencia está estructurado en tres partes: los jóvenes en su contexto; la fe, el discernimiento, la vocación; la acción pastoral. Este es un esquema típico de la teología pastoral: escucha de la realidad; propuesta de unos criterios de interpretación; orientaciones pastorales estratégicas.

En el corazón del documento se habla de fe, discernimiento y vocación. El documento hace una fotografía de la pastoral juvenil del futuro. No olvidemos que la pastoral juvenil fija su mirada en el joven, en su radical identidad vocacional y en su proceso de crecimiento en la fe. En este camino adquieren una especial importancia el discernimiento y el acompañamiento.

La fe es don, luz, camino

La complejidad de la existencia obliga a centrarse en lo fundamental. El papa Francisco nos pide buscar lo fundamental. “Cuando se asume un objetivo pastoral y un estilo misionero, que realmente llegue a todos sin excepciones ni exclusiones, el anuncio se concentra en lo esencial, que es lo más bello, lo más grande, lo más atractivo y al mismo tiempo lo más necesario. La propuesta se simplifica, sin perder por ello profundidad y verdad, y así se vuelve más contundente y radiante” (EG 35).

El documento del que hablo recupera algunas expresiones de la Encíclica Lumen Fidei (LF). Si recordáis, esta Encíclica fue escrita por el papa Francisco para la conclusión del Año de la fe utilizando algunos materiales que había dejado escritos el papa Benedicto XVI. La encíclica dice que “la fe no sólo mira a Jesús, sino que mira desde el punto de vista de Jesús, con sus ojos: es una participación en su modo de ver” (LF 18). Esta expresión invita a poner en el centro de la existencia del creyente a Jesús. San Pablo les proponía a los cristianos de Filipos: “Tener los mismos sentimientos de Cristo Jesús” (Flp. 2,5).

El documento preparatorio recoge esta cita de LF: “La fe que recibimos como don sobrenatural, se presenta como luz en el sendero, que orienta nuestro camino en el tiempo” (LF 4). La fe es don, es luz y es camino o proceso. Todos podríamos vernos reconocidos en estas expresiones.

El tercer aspecto que recojo es la relación de la fe con la verdad. Por ejemplo, muchos jóvenes ven dificultades en compaginar la ciencia y la fe. Para muchos la ciencia es consistente y la fe es algo viejo. “Recuperar la conexión de la fe con la verdad es hoy aun más necesario, precisamente por la crisis de verdad en que nos encontramos. En la cultura contemporánea se tiende a menudo a aceptar como verdad sólo la verdad tecnológica” (LF 25). Aquí tenemos un campo abierto muy interesante: poner en relación ciencia y fe.

Koldo Gutiérrez, sdb

TESTIMONIO FAMILIAR

Puntos cardinales

Hoy me lo vas a permitir. Rompo las fronteras entre tu mundo y el mío. Atravieso límites para que seas feliz. ¿Me dejas acompañarte a dibujar el mapa de tu mundo?

Lo primero que has de explorar es un norte. El norte te habla de Dios. Porque hablar de Dios es hablar de ti, de vocación, de lo que te hace tú, de tu lugar en el mundo, de todo a lo que estás llamado. Recorrer el norte es orientarte a la misión, al voluntariado, al servicio a los otros. Por eso: date, sirve… Ama. Sin medida. Busca el rostro de Cristo en las caras de la gente, de los pobres, de los más desfavorecidos. Sólo así tu brújula podrá reorientarse y apuntar en la dirección correcta.

Después, has de dirigir los pasos hacia el sur. Un sur confortable, cercano, acogedor. El sur del abrazo, el sur de la complicidad, el sur del roce y las reconciliaciones. Un sur que trazamos por el camino del acompañamiento, de la confianza que surge de las relaciones personales vividas con autenticidad, que es como se trazan las cosas de verdad. Por eso allí, en el sur, guarda a tus referentes, a la comunidad: la fe que no puede ser sentida en solitario, sino que ha de ser vivida, compartida y celebrada con otros, con esa capacidad que tiene lo comunitario de hacernos sincronizar sonrisas y emociones. Disfruta del sur, déjate iluminar por su luz, apuesta por tu comunidad y hazte fuerte en ella.

A un lado, como todo lo que brota de lo profundo, has de mantener siempre tu este. El este es el lugar donde siguen naciendo todas las cosas. La luz, todo lo que vino, lo que viene y lo que vendrá. Tus proyectos, tus metas, tus sueños. Nace de nuevo cada día, saborea el deseo de Dios en experiencias activas y concretas. No te conformes nunca, pues la vida nace cargada de esperanza aunque a veces se dirija hacia el poniente de nuestra inseguridad, aunque sientas que detrás de toda luz siempre viene, bien pegadita, su sombra.

Y es que por último, aunque no te guste admitirlo, también has de recorrer un oeste. El salvaje oeste, sí. El que oculta lo desconocido, lo inesperado. Un lugar silencioso, solitario y con espacios, aunque no por ello un lugar que no debas habitar. Un sitio que te va a hablar de libertad, de tiempo, de instantes que siempre se necesitan para uno mismo. Un oeste lleno de extrañezas, de cuestiones a veces sin respuesta. El oeste tiene mucho que decirte: escúchalo. Fórmate, prepárate, haz(te) preguntas, exige(te) respuestas.

Como ves, en este Reino somos ciudadanos el uno del otro. Por eso, te pido que jamás me extradites, que me des asilo político y que me dejes adoptar esta nacionalidad. La tuya, la mía, la nuestra. Porque cuando hablamos en salesiano, tú, querido joven, eres mi lugar en el mundo.

Marián Chávez Ramos

Más información en: http://www.boletin-salesiano.com

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